Me quedé quieto y fui un árbol del bosque,
y supe la verdad de cosas jamás vistas,
de Dafne y de la rama de laurel,
y de la anciana pareja que agasajó a los dioses
y, olmo y roble, creció en medio del páramo.
Solo cuando rogaron a los dioses
que tuvieran la merced, y los llevaron
junto al fuego de su entrañable hogar
pudieron obrar estos el prodigio;
aun así he sido un árbol en el bosque
y muchas cosas nuevas he entendido
que antes pareciéronme locura.
(Versión de Antonio Rivero Taravillo)
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